La creencia dice que al amanecer, el Rey de los pájaros posado en un árbol, emite un grito agudo y penetrante, llamando al sacrificio. Los pájaros del monte temerosos se dirigen al mismo árbol y allí está el Caburé casi quieto, adormilado. Abre los ojos y con su mirada penetrante observa.
Hasta que de pronto se precipita sobre uno de ellos y con un tremendo puazo de su pico corvo, le rompe la cabeza y se sorbe los sesos. Los demás pájaros huyen despavoridos.
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